Primer ensayo del genocidio
El 5 de febrero de 1975, el gobierno "democrático" de María Estela Martínez de Perón firma el decreto N-º 261 que ordenaba al ejército "ejecutar las operaciones que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán". Luego de la firma de este decreto comienza en esta provincia el "Operativo Independencia" que implementó una maquinaria de terror, contando con 5 mil hombres de las Fuerzas Armadas y de seguridad.
Durante la implementación de este operativo es secuestrada Margarita Cruz, nacida en Tucumán en el año 1953 en el seno de una familia muy humilde. Su madre era analfabeta y trabajaba lavando la ropa de una familia de la aristocracia tucumana. Su militancia comenzó en 4-º año de la escuela secundaria, en el "Movimiento Villero", organización que posteriormente se unificó con Montoneros. Al finalizar sus estudios secundarios, ingresó a la carrera de Medicina, donde militó con otros estudiantes, junto a trabajadores rurales y desocupados que habían comenzado a movilizarse contra el cierre masivo de ingenios azucareros a fines de los años ´60.
Su secuestro se produjo el 10 de mayo de 1975, bajo la excusa de ser portadora de una "identidad subversiva", ya que la consideraban "mensajera" entre ERP y Montoneros. Al momento de su captura, Margarita tenía 21 años y era madre de un bebé de 45 días, que quedó a cargo de su familia durante los tres meses que se encontró detenida. Fue trasladada a la "Escuelita de Famaillá", primer centro clandestino de detención del país. Según sus declaraciones: "Tucumán fue una provincia donde se ensayó el terrorismo de Estado y el genocidio." El Operativo Independencia fue una "prueba piloto" para la posterior instauración de un plan sistemático de exterminio, llevado a cabo por la dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976.
Durante los tres meses que Margarita estuvo en cautiverio permaneció tabicada: "No vi a nadie. Si me pidieran que reconociera a algún milico no podría hacerlo", aseguró. Fue víctima de varios tormentos físicos y psicológicos; pero la tortura que recuerda con mayor dolor y bronca es la obligada desnudez frente a los represores y los abusos sexuales.
Margarita no duda en afirmar que las mujeres que en aquel entonces eran militantes rompieron con el estereotipo de mujer que las clases dominantes querían conservar. Está convencida de que el plan sistemático para llevar a cabo el genocidio, disciplinó a la sociedad, pero particularmente a las mujeres, con el fin de que cumplieran al pie de la letra el modelo "occidental y cristiano" que reserva a las mujeres el único y obligatorio destino de la crianza de los hijos, el cuidado de la casa y la sumisión al marido.
Según nos refiere, durante su detención los represores apelaban de manera recurrente a frases tales como "Mala madre, que abandonaste a tus hijos, para salir a matar gente" e incluso recuerda, con mucho odio, que en una oportunidad le hicieron escuchar, mediante un grabador, el llanto de un bebé, como parte de las torturas psicológicas. Margarita nos cuenta que este tipo de torturas formó parte de la violencia específica implementada contra las mujeres secuestradas, siendo la apropiación de sus hijos e hijas uno de los aspectos más macabros del plan.
El genocidio de ayer, las luchas de hoy
Una vez liberada, Margarita viaja a Buenos Aires con su pequeño hijo, y a pesar de lo vivido continuó con su militancia y resistencia hasta la actualidad. En todos estos años de lucha y reflexión llegó a la conclusión de que el genocidio fue ideado para instaurar un plan económico neoliberal, descabezar al movimiento obrero, desarticular a las organizaciones combativas e instalar el terror y el silencio en las generaciones venideras. Reconoce como artífices del genocidio no sólo a las Fuerzas Armadas, sino también a los grupos económicos nacionales y extranjeros, a la cúpula eclesiástica, al poder político y dice que, un sector de la sociedad civil que eligió el silencio, es cómplice.
Sin embargo, aclara que los artífices del ayer son los responsables de dar continuidad a ese modelo económico, político y social que hoy sigue vigente. "Que te dejen sin petróleo dentro de unos años, que te vendan todas las reservas naturales, -¿no es la misma política de Martínez de Hoz?", pregunta retóricamente. Pero no se contiene y responde "las políticas económicas son muertes planificadas. Por los números, ellos [los gobernantes] saben que hay gente que no entra, ni va a entrar nunca. Tenemos que ver ese pasado para ver lo que continúa del mismo".
Denuncia también el doble discurso del gobierno respecto a su política de "derechos humanos". Según su opinión el gobierno pretende, con el juicio a unos casos emblemáticos, hacerle creer a la sociedad que se está avanzando en el camino por acabar con la impunidad. Por el contrario, Margarita cree que el gobierno intenta cerrar una etapa, y concretar así su objetivo de "reconciliación social".
Más allá de las diferencias entre el gobierno "democrático" del ´75 y el actual, denuncia la existencia de un hilo conductor que se manifiesta, por ejemplo, en la Ley Antiterrorista. En referencia a la misma, dice: "Me hace acordar muchísimo a lo que fue el decreto del Operativo Independencia; es una ley constitucional aprobada donde se pone el mote de terrorista a todo aquel que realice una serie de actividades políticas y sociales. Para el decreto éramos subversivos, para esta ley somos terroristas. Me parece un coto a la lucha popular, a la organización, creo que hay que tratar primero de denunciarla, darla a conocer".
En referencia a los juicios actuales, si bien los valora, está convencida de que no hay una voluntad política para condenar a todos los culpables del genocidio "...eso implicaría reactivar el pasado, con esa memoria, con esas complicidades que no le convienen a nadie". La justicia no tiene en cuenta "las cadenas de mando", lo que posibilitaría identificar a todos los partícipes en la ejecución del plan. Por eso, para ella "es mentira que los gobiernos te dan, los gobiernos no te dan nada, hay que arrancarles nuestros derechos, y eso sólo es posible si los organismos de derechos humanos nos mantenemos independientes de los gobiernos democráticos". Y agrega "yo rescato toda esa memoria de lucha pero no dejo de actuar en este presente porque me parece que es lo más reparatorio. Me parece que es ser consecuente con esa memoria."
A 32 años del golpe...
Por último nos deja unas palabras, a pocos días de cumplirse un nuevo aniversario del golpe genocida de 1976: "Para este 24 el recuerdo permanente de todas las compañeras y compañeros que no están, en esta memoria, en esta lucha, en esta necesidad de justicia. Por otro lado, saber que hay otros miles de mujeres que están muriendo por el hambre, por la falta de acceso a la salud, por enfermedades que son evitables, por las condiciones en las que se hacen los abortos y por la trata de mujeres. No puedo dejar de unir a aquellas mujeres con éstas, no puedo hacer esa separación, porque unas son heroicas de la lucha política y éstas son heroicas por la resistencia del día a día. Este 24, repudio al golpe pero también tengo presentes a todas las luchas de hoy." |