Con estas palabras, la historiadora norteamericana Wendy Z. Goldman, nos saludaba ya de regreso a Pittsburg. Ante más de 700 jóvenes estudiantes, trabajadoras y trabajadores, se había presentado el pasado 25 de setiembre en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, invitada por Pan y Rosas.
Wendy Z. Goldman es historiadora social y política, especializada en Rusia y la Unión Soviética y profesora de la Carnegie Mellon University (EE.UU.). Es autora de La mujer, el Estado y la revolución, entre otras obras, premiado en 1994, como el mejor libro de historia escrito por una mujer, en su país. Esta obra fue publicada en Argentina por Ediciones IPS y Pan y Rosas y se presentó en la 37º Feria del Libro de Buenos Aires, en 2011.
“La revolución abrió un mundo nuevo”
La historiadora recorrió los pasajes centrales de su libro, que condensan una extensa y documentada investigación sobre los profundos cambios provocados en la vida social soviética, desde la revolución rusa de 1917 encabezada por el Partido Bolchevique, hasta 1936, cuando el régimen ya se encontraba bajo el férreo control burocrático de Stalin que revirtió todas las conquistas alcanzadas por las mujeres en los primeros años de la revolución. Algo que Wendy logró transmitir al auditorio, fue el espíritu que se respiraba en la Rusia de 1917 cuando comenzaba la revolución: “La revolución abrió un mundo nuevo, especialmente para las mujeres y la juventud, a partir de ese momento todo era posible”.
Andrea D’Atri, del PTS y una de las fundadoras de Pan y Rosas, comenzó su exposición haciendo referencia a los femicidios de Melina Romero y Paola Acosta que, en esas horas, ocupaban la primera plana de los medios: “son, también, la dolorosa evidencia de que las leyes, la inclusión y los derechos conquistados que sin duda alivian el sufrimiento de millones de seres humanos oprimidos, no son suficientes para acabar con las brutales condiciones de existencia a las que nos someten el capitalismo en alianza con los ancestrales prejuicios y mandatos patriarcales. Y entonces, esta conferencia de Wendy Z. Goldman, (…) adquiere otro significado que trasciende el conocimiento de la memorable epopeya histórica de la clase trabajadora, como fue la revolución rusa de 1917.”
Andrea hizo hincapié en que “La Revolución Rusa es un ejemplo indiscutible de que los grandes cataclismos que conmueven desde los cimientos el poder de las clases dominantes, el Estado y todas las instituciones del régimen de dominio, también despiertan la creatividad de los de abajo. (...). No fueron los derechos legitimados por el régimen de la efímera democracia burguesa rusa los que abrieron paso a la enorme y radical transformación de la sociedad y la vida de millones de seres humanos, sino fue ‘la revolución la que abrió paso a las más profundas y verdaderas reformas’.”
Para finalizar, Goldman invitó al auditorio –conformado mayoritariamente por entusiastas jóvenes- a imaginar creativamente nuevas soluciones para los problemas que aquejan a las mujeres y la clase trabajadora, señalando que para ello es necesario conocer las experiencias históricas de las generaciones que nos precedieron, como la de las mujeres y hombres que se atrevieron a tomar el cielo por asalto, en la Rusia de 1917.
“No podría imaginar estar en un lugar mejor que éste”
Después de la conferencia, acompañamos a Wendy Goldman a conocer la experiencia de los trabajadores de la gráfica Donnelley y su Comisión de Mujeres. La historiadora conversó sobre cada detalle del proceso de producción y su organización, su historia de lucha y la situación actual.
En el lugar donde funcionará la futura guardería para los hijos e hijas de los trabajadores, Wendy se reúne con la Comisión de Mujeres. Todas acuerdan en la necesidad no sólo de organizarse por el trabajo de sus compañeros, sino por sus propias reivindicaciones como mujeres. Sorprendida y sonriendo, la historiadora dice que esta experiencia le parece “muy soviética”.
Ya de regreso en su país, Wendy Z. Goldman nos escribe, con emoción, sobre su experiencia en esta planta de una empresa norteamericana tomada por sus trabajadores para ponerla a producir bajo gestión obrera. “Mientras que en el pasado, cada problema se veía como algo individual, la toma de control de la planta ha creado nuevas oportunidades para la acción colectiva y soluciones colectivas. ¡Convertir la sala de reuniones de los gerentes en una guardería! ¡Debatir el salario! ¡Hacer paquetes de comida! ¡Imprimir su lucha en una hoja de cuadernos para 20 mil escolares! ¡Involucrar a los niños y las niñas! Canciones, risas, debates y nuevas ideas resuenan en todos los rincones de la fábrica. ¿Qué es ese sonido? Es el sonido de la imaginación sin límites, de mujeres, hombres, niños y niñas que tienen el control de sus propias vidas. ¿Cómo suena? Es la música más dulce y embriagadora del mundo.” |