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Pan y Rosas
6 de octubre de 2011 Twitter Faceboock

UN BALANCE NECESARIO
¿A dónde van los Encuentros?
Link: http://panyrosas.org.ar/A-donde-van-los-Encuentros

Organizados desde hace 26 años, los Encuentros Nacionales de Mujeres supieron reunir a miles de mujeres de todo el país, permitiendo que se expresaran –durante el menemismo, el gobierno de De La Rúa o ante la crisis abierta en el 2001- las luchas protagonizadas por las mujeres trabajadoras, desocupadas, las estudiantes que enfrentaron las leyes de educación, las feministas y activistas de todo el país que sostuvieron la pelea por el derecho al aborto.

Vaciamiento

Sin embargo, aunque la Comisión Organizadora insista en cifras incomprobables y a todas luces falsas, desde hace algunos años los Encuentros vienen perdiendo participación y masividad.

Además, las apenas 3 mil o 5 mil mujeres que participamos en los últimos Encuentros viajamos, mayoritariamente, organizadas en agrupaciones políticas de izquierda y centroizquierda, sindicatos, movimientos territoriales y movimientos de trabajadoras desocupadas, organizaciones estudiantiles, obreras y barriales, diversos colectivos feministas y de artistas. Una pequeña pero belicosa minoría siempre acude bajo las órdenes de la Iglesia para impedir que se debata, especialmente, sobre el derecho al aborto.

La cada vez más escasa participación y el enfrentamiento obligado de la mayoría con la pequeña minoría enviada por los obispos locales para evitar que se haga el Encuentro, los están convirtiendo en una práctica rutinaria, que no permite que la fuerza de decenas de miles de mujeres organizadas se despliegue en la escena política nacional, en la lucha por nuestros derechos.

El espíritu santo

Hace años que las compañeras de Pan y Rosas venimos planteando la necesidad de que los Encuentros Nacionales de Mujeres se transformen en una gran tribuna de lucha y organización de miles de mujeres, es decir, que además de encontrarnos a debatir, también podamos volver a nuestros lugares de trabajo, barrio y estudio con un plan de acción a seguir en la lucha por nuestros derechos.

Lamentablemente, el PCR/CCC repite una y otra vez la política de imponer sus ideas y posiciones de manera absolutamente antidemocrática. ¿Cómo se puede explicar que lo que decide una Comisión Organizadora de nunca más de 30 o 40 mujeres –la mayoría del PCR/CCC- es más democrático que lo que podemos resolver, a mano alzada, miles de mujeres en decenas de talleres y comisiones, dejando expuesta a una pequeña minoría no “inocente”, sino organizada por la jerarquía eclesiástica, que insiste en su reaccionaria misoginia, contra nuestros derechos?

Pero esta política del falsamente denominado “consenso” (elevada a “espíritu del Encuentro” por las Comisiones Organizadoras) por el cual, por ejemplo, vale lo mismo la opinión de una chupacirios pagada por la Iglesia para impedir nuestros debates, que la opinión de cuarenta mujeres que hicieron un esfuerzo considerable por viajar a los lugares más remotos del país a expresar su deseo de que se legalice el aborto, es claramente una política que sólo puede servirle a nuestros enemigos clericales, oscurantistas, fundamentalistas y reaccionarios de la Iglesia y los sectores políticos derechistas.

El “espíritu del Encuentro” termina siendo el “espíritu santo” que filtran nuestros adversarios a través de sus aliados políticos de las Comisiones Organizadoras. Y miles de mujeres de todo el país, vuelven a sus lugares de origen con el sabor amargo de haber perdido tres días intentando hacerse escuchar en medio de los gritos, las provocaciones e incluso las agresiones físicas de las minoritarias “patotas” organizadas por las sotanas.

A veces, incluso, les conviene a los gobiernos de turno que esto suceda. ¿O acaso a Cristina Kirchner, que está en contra del derecho al aborto, no le viene como “anillo al dedo” que nuestro contundente pronunciamiento se ahogue, en el mar del consenso, bajo la olita que levantan un puñado de fundamentalistas reaccionarias?

Dos opciones

Ante esta situación, que es infranqueable bajo la égida de las Comisiones Organizadoras –supuestamente abiertas y democráticas, pero regidas desde hace años por el PCR/CCC-, sólo quedan dos caminos: o los Encuentros se siguen vaciando de mujeres, liquidando una tradición de lucha de más de un cuarto de siglo, que surgió por la iniciativa de un puñado de feministas y alcanzó, en determinados momentos, la participación multitudinaria de más de 20 mil mujeres de todo el país o debatimos francamente y sin auto-engaños, a dónde van los Encuentros Nacionales de Mujeres y cuál es la mejor propuesta que podemos hacer para que vuelvan a ser multitudinarios, democráticos, participativos y un puntapié para la organización de un poderoso movimiento de mujeres en lucha por nuestros derechos.

Por eso, contra quienes afirman que aprovechar que miles de mujeres luchadoras nos reunimos en un mismo lugar una vez al año para fortalecer un plan de lucha nacional, atenta contra el Encuentro, las compañeras de Pan y Rosas decimos que lo que verdaderamente atenta contra el Encuentro es el “consenso” obligatorio en el cual las instituciones que quieren destruir los Encuentros, como la Iglesia, pueden participar en igualdad de condiciones que aquellas mujeres que vamos a luchar por nuestros derechos.

Es hora de sincerarnos y plantearnos una perspectiva que vuelva a nutrir a los Encuentros Nacionales de Mujeres de la única fuerza que es capaz de mantenerlos vivos por muchos años más: la de decenas de miles de mujeres trabajadoras, desocupadas, estudiantes, amas de casa, intelectuales, artistas, activistas que quieren reunirse para debatir, organizarse y fortalecer la lucha por nuestros derechos. Ésa es la perspectiva que plantea Pan y Rosas.

 
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