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Pan y Rosas
3 de octubre de 2012 Twitter Faceboock

XXVII ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES, POSADAS 6, 7 Y 8 DE OCTUBRE
Por un gran movimiento de lucha por nuestros derechos
Link: http://panyrosas.org.ar/Por-un-gran-movimiento-de-lucha

Las miles de compañeras que, cada año, nos reunimos en el Encuentro Nacional de Mujeres tenemos una tarea de honor: pensar, debatir y resolver sobre las necesidades y demandas propias que son también las de millones de mujeres de todo el país que no podrán concurrir a Posadas. Es acuciante luchar por los derechos de las mujeres trabajadoras, es necesario acabar con todas las formas de violencia contra las mujeres y las redes de trata que operan con impunidad y tenemos que conquistar el derecho al aborto libre y gratuito, para que no haya ni una mujer muerta más por las consecuencias del aborto clandestino.

Por eso, obreras de la alimentación, de la industria gráfica, metalmecánicas, textiles, inmigrantes, empleadas domésticas, de empresas tercerizadas de limpieza, docentes y auxiliares, trabajadoras de la salud, estatales, telefónicas, aeronáuticas, mujeres de los ingenios azucareros, estudiantes de escuelas secundarias, de institutos terciarios y de más de 15 universidades nacionales traemos esta moción al XXVII Encuentro Nacional de Mujeres: poner en pie un gran movimiento de lucha de mujeres trabajadoras, amas de casa, estudiantes y activistas de todo el país por todos nuestros derechos, que empiece por imponer la voz de millones de mujeres, en la agenda nacional.

Este XXVII Encuentro Nacional de Mujeres, en Posadas, puede ser el ámbito propicio, si así lo queremos, para empezar a hacer realidad esta propuesta.

Por los derechos de las mujeres trabajadoras

En Argentina, la mitad de las trabajadoras estamos precarizadas y sin derecho a organizarnos. Pero ni el gobierno, ni la oposición patronal hablan de nosotras: jefas de familia, madres solteras, jóvenes superexplotadas, inmigrantes… Somos la inmensa mayoría de las empleadas domésticas y de las trabajadoras textiles de los talleres clandestinos. Somos las trabajadoras rurales que, con nuestras familias, participamos en las cosechas, en las zafras y en la recolección de fruta, a la intemperie y por temporadas, en condiciones deplorables y “en negro”. Somos las que luchamos por tierra y vivienda, como las aguerridas mujeres del noroeste y no bajamos los brazos denunciando la precarización laboral.

En escuelas, hospitales y distintas dependencias estatales, también somos mayoría. Y no dudamos en enfrentar los ajustes del gobierno nacional y los gobiernos provinciales como el del cordobés De La Sota o el bonaerense Scioli, del gobierno de Macri de la Ciudad de Buenos Aires o el “falso socialista” Bonfati de Santa Fe. Con huelgas y movilizaciones, incluso enfrentando la represión, reclamamos por la educación pública, por nuestros salarios, contra los recortes y ajustes, por el pago del aguinaldo.

En la industria, donde tenemos los trabajos menos calificados, sufrimos las consecuencias de los altos ritmos de producción, que provocan lesiones y enfermedades. Y mientras las grandes empresas reciben subsidios millonarios y se enriquecen a costa de nuestra salud y nuestras vidas, a nosotras nos descuentan el impuesto a las ganancias de nuestros salarios. Para colmo, el oficialismo acaba de presentar un proyecto para reformar la Ley de Riesgos del Trabajo, que es un regalo para los empresarios. Una reforma digna de los ’90, por la que se quita, a las víctimas de accidentes laborales, su derecho a una reparación plena por los daños sufridos. Pero somos las que, junto a nuestros compañeros, paramos la fábrica Kraft para denunciar el acoso sexual a una trabajadora por parte de un jefe que era protegido por la patronal. Somos también las que, con nuestra lucha, hemos conquistado las categorías para todas las mujeres en la multinacional Pepsico, un derecho que nos estaba vedado impidiendo que las mujeres accediéramos a los mismos puestos y salarios que los compañeros varones.

Por eso tenemos que poner en pie un gran movimiento de lucha de las mujeres para acabar con la precarización laboral. ¡Igual salario por igual trabajo! Por guarderías y jardines maternales en todos los lugares de trabajo. Por el acceso de las trabajadoras industriales a todas las categorías.

Contra todas las formas de violencia hacia las mujeres

¡Cada 28 horas, uno de nuestros hijos es asesinado por la policía del “gatillo fácil” en los barrios más pobres del país! La Bonaerense que desapareció a Julio López, sigue contando entre sus filas con 9 mil efectivos que cumplieron servicio durante la dictadura militar. Son las mismas fuerzas represivas que manejan la caja criminal de los desarmaderos, el juego clandestino, el narcotráfico y los prostíbulos. Es la misma policía que está implicada en los crímenes como el de Candela o en las brutales represiones con sus saldos de heridos y muertos, como en el Parque Indoamericano, en las tomas de tierra de Jujuy y Tucumán, en las protestas de los hermanos Qom de Formosa…
Mientras tanto, seguimos siendo secuestradas por las redes de trata que operan con total impunidad, porque el mismo Estado –con sus fuerzas represivas, la Gendarmería, los funcionarios políticos y judiciales- ampara a los proxenetas o directamente es partícipe de estas redes.

Cada 30 horas, una mujer es asesinada en Argentina: el último y letal eslabón de una larga cadena de violencias contra las mujeres que, si se reproduce en el ámbito privado, es porque se sostiene y legitima, cotidianamente, a través de las instituciones del Estado, la explotación patronal y los medios de comunicación.
Por eso tenemos que poner en pie un gran movimiento de lucha de las mujeres contra las redes de trata y prostitución, por el desmantelamiento de las fuerzas represivas del Estado y para decir ¡Basta de violencia contra las mujeres!

Por el derecho al aborto libre, seguro y gratuito

Bajo los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner murieron más de 2500 mujeres por las consecuencias de los abortos clandestinos. ¡Una verdadera masacre de la que son responsables la Iglesia, el gobierno y la oposición derechista! Somos las más jóvenes las que engrosamos estas dramáticas estadísticas, ¡6 de cada 10 mujeres que llegan a los hospitales con riesgos causados por abortos, tienen entre 15 y 18 años! Pero Cristina, que se jacta de la “ampliación de derechos”, se mantiene junto a los reaccionarios jerarcas de la Iglesia y los chupacirios de la oposición patronal, en contra de legalizar este elemental derecho. Lo mismo repiten los gobernadores en todo el país, que se niegan a implementar los protocolos de atención de los abortos no punibles sin condicionamientos. O como Macri, que está dispuesto a vetar lo que ya se aprobó en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Incluso más: el gobierno nacional impulsa una reforma al Código Civil que reafirma la consideración clerical de “persona” al embrión, desde el momento de la concepción, lo que, obviamente, impedirá avanzar en la legalización del aborto. Y además, se legitima la intervención de fiscales que pueden arrogarse la defensa del feto, en causas judiciales donde las mujeres pidan ejercer su derecho a interrumpir el embarazo. También para la reforma del Código Penal, Cristina planteó límites: “Por favor, que eso quede afuera del debate”, sugirió. Y lo aceptaron sin chistar, no sólo los kirchneristas y los opositores derechistas del PRO o la UCR, sino también la “progresista” María Elena Barbagelata del FAP de Binner.

Pero no podemos seguir esperando, porque las que mueren son nuestras hijas, nuestras hermanas, nuestras madres, nuestras amigas y compañeras de trabajo, nuestras vecinas.

Por eso tenemos que poner en pie un gran movimiento de lucha de las mujeres para arrancarle al Congreso la aprobación del proyecto de legalización del aborto. Por educación sexual en todos los niveles de la enseñanza. Por el acceso gratuito y sin condicionamientos a todos los métodos anticonceptivos. Por el derecho al aborto libre, seguro y gratuito, realizado en los hospitales públicos y cubierto también por las obras sociales.

***

Tenemos que ganar la calle para imponer una salida que dé respuesta a nuestras demandas. ¡Construyamos un gran movimiento por los derechos de la mujer trabajadora y la juventud! Hagamos de este XXVII Encuentro Nacional de Mujeres, el puntapié inicial de este movimiento de lucha de millones de mujeres de todo el país.


Organizados desde hace 27 años, los Encuentros Nacionales de Mujeres supieron reunir a decenas de miles de mujeres de todo el país, permitiendo que se expresaran –durante el menemismo, el gobierno de De La Rúa o ante la crisis abierta en el 2001- las luchas protagonizadas por las mujeres trabajadoras, desocupadas, las estudiantes que enfrentaron las leyes de educación, las feministas y activistas de todo el país que sostuvieron la pelea por el derecho al aborto. Sin embargo, en los últimos años, se fueron vaciando y haciendo cada vez más rutinarios, por la acción de la Iglesia, del gobierno y las agrupaciones reformistas como el PCR –que hegemoniza las Comisiones Organizadoras- que no quieren que se discutan y voten acciones por el derecho al aborto y por los derechos de las mujeres trabajadoras.
Los Encuentros tienen que volver a ser una gran tribuna de lucha y organización de miles de mujeres, que además de encontrarnos a debatir, también podamos volver a nuestros lugares de trabajo y de estudio, a nuestros barrios, con un plan de lucha por nuestros derechos.

Lamentablemente, el PCR repite una y otra vez la política de imponer sus posiciones de manera antidemocrática. ¿Cómo se puede explicar que lo que decide una pequeña Comisión Organizadora es más democrático que lo que podemos resolver, a mano alzada, miles de mujeres en decenas de talleres y comisiones? Su política del falsamente denominado “consenso” significa, por ejemplo, que vale lo mismo la opinión de una patota de chupacirios pagada por la Iglesia para impedir nuestros debates, que la de miles mujeres que hicieron un gran esfuerzo para viajar desde los lugares más remotos del país y expresar su deseo de que se legalice el aborto.

Es hora de plantearnos una perspectiva que vuelva a nutrir a los Encuentros Nacionales de Mujeres de la única fuerza capaz de mantenerlos vivos por muchos años más: la de decenas de miles de mujeres trabajadoras, desocupadas, estudiantes, amas de casa, intelectuales, artistas, activistas que quieren reunirse para debatir, organizarse y fortalecer la lucha por nuestros derechos. Ésa es la perspectiva que plantea Pan y Rosas.

 
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