Lunes 5 de abril de 2010

CIUDAD DE BUENOS AIRES

8 años sin Marita Verón, ¡basta de impunidad!

Hace 8 años que buscamos a Marita Verón. Mientras ella, junto a mas de 600 mujeres continúan desaparecidaspor por las redes de trata, el Congreso nacional hace ya más de un año que sancionó la ley del gobierno de Cristina Fernandez.

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Hace 8 años que Susana Trimarco (mamá de Marita) y decenas de organizaciones sociales, políticas, de mujeres y de derechos humanos seguimos buscando a Marita Verón. Mientras ella, junto a mas de 600 mujeres continúan desaparecidas en manos de las redes de trata de mujeres para la prostitución, el Congreso nacional -durante el gobierno de Cristina Fernández- hace ya más de un año que sancionó una ley que obliga a estas mujeres a demostrar que fueron secuestradas para ser prostituidas, manteniendo impunes a los proxenetas, a los que iguala con la figura de “empresarios”, que hacen abiertamente su negocio con la complicidad de todos los poderes de este Estado capitalista – patriarcal. ¡Porque ellos son responsables y cómplices de estos negocios!

Mientras, el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad se empeñan en modificar códigos contravencionales que, como propone Macri, persigan y apliquen penas a los limpiavidrios, los cuida coches, y quienes salen a luchar “encapuchados”, llenando de policías las calles; mientras aplican una contravención a nuestra compañera Jesica Calcagno, ex presidenta del CECSo, por cortar las calles en apoyo a las trabajadoras de Terrabusi el año pasado. Es que los gobiernos nacional, provincial y de la Ciudad están más interesados en perseguir a los y las que luchamos y a los/as pobres, que en desmantelar las redes de trata que esclavizan a cientos de mujeres y niñas.

Las fuerzas represivas son las que permiten que centenas de mujeres sean sacadas e ingresadas al país, son las que conocen perfectamente en qué lugares funcionan los prostíbulos en los que estas mujeres se encuentran secuestradas e incluso son quienes ofician de “seguridad” del “negocio”. Pero a su vez, cuentan con la complicidad de intendentes, jueces y gobernadores que también salen beneficiados con este negocio a cambio de su silencio. ¿Como se explica sino, por ejemplo, que el gobierno de Macri haya tenido entre sus funcionarios a Colombo, un policía investigado por estar al frente del “cuidado” de los prostíbulos en la ciudad de Bs.As?

El caso de Marita es sólo uno de los cientos de ejemplos que recorren nuestro país, en el que funcionarios provinciales, nacionales y de las fuerzas represivas están implicados en este negocio que lucra en el mundo con la vida de 4 millones de mujeres y 2 millones de niños/as. Este negocio, que es el segundo negocio multimillonario en el mundo luego del narcotráfico, se apropia de 32.000 millones de dólares al año.

Como cuenta su madre, Susana: “(Marita) Salió en puntillas para que no la escuchara su hija, que la seguía mucho, y en la puerta me dio un beso…” Me repitió "quedate tranquila que enseguida vuelvo", y se fue ligerito. “Yo me quedé en el porche, mirándola, sin saber que no volvería a verla nunca más."

Hoy a 8 años de su desaparición, las mujeres de Pan y Rosas seguimos peleando por la aparición de todas las mujeres secuestradas en redes de trata y prostitución.

Esperar que sea la misma policía -como propone el gobierno nacional- que es la que lucra con las redes de trata y la prostitución, y cuyos miembros están involucrados en el 40% de las denuncias de violencia en la Provincia de Buenos Aires, salga a buscar a los responsables de este negocio, es una hipocresía. No existe ningún acertijo indescifrable: los culpables y responsables “están a la vista”… de quienes queremos ver… pero el interés por (NO) desarmar estas redes es enorme, ya que cuantiosas sumas van a los bolsillos de quienes lucran con este negocio desplazando dinero entre “empresas” legales e ilegales.

Sólo la lucha en las calles, forjando un gran movimiento de miles de mujeres, independiente del estado, los gobiernos de turno, la justicia y la Iglesia, podrá enfrentarse a este negocio millonario.

Desde Pan y Rosas estamos convencidas que las organizaciones de mujeres, políticas, los/as delegados/as combativas, trabajadoras/es y estudiantes somos los que debemos tomar en nuestras manos la lucha por la aparición de los centenares de mujeres y niñas desaparecidas por las redes de trata y prostitución, como pasó hace unos meses con Federica, hija de una docente de la Capital Federal que apareció como consecuencia de la movilización de centenares de trabajadores/as de la educación y estudiantes. Mientras peleamos por esto, sabemos que para poder terminar con este multimillonario negocio (y que por cada mujer que recuperemos de esas mafiosas redes no ingresen otras), hay que acabar de raíz con las causas que alimentan este negocio: hay que luchar contra este sistema capitalista patriarcal en el que los cuerpos de las mujeres son tratados como mercancías, y en pleno siglo XXI cientos de miles de mujeres sufren la esclavitud sexual.

Te invitamos a luchar con nosotras y a exigir:

· Castigo efectivo a los proxenetas y todos los implicados en redes de trata y prostitución!

· Que se vete la Ley de trata, promulgada por el Congreso, que define este delito sólo si la víctima mayor de dieciocho años denuncia que ha sido amenazada, coaccionada, raptada o extorsionada. -¡Nadie que esté esclavizada y amenazada puede denunciar que está en ese lugar obligada por otros!

· Desmantelamiento de todas las redes de trata y prostitución y la aparición con vida YA de todas las mujeres, niñas y niños desaparecidos, así como también la recuperación de su identidad a quienes han nacido en el cautiverio de la esclavitud sexual.

· Basta de subsidiar a la Iglesia Católica, que parte de ese dinero se destine para ayudar económicamente a las mujeres recuperadas de las redes de trata y sea administrado por las organizaciones de mujeres con independencia del estado. También reclamamos que se expropien los bienes de la curia ¡Los curas abusadores cuentan con lujosos edificios mientras no existen hogares para las mujeres que fueron esclavizadas en las redes de trata o que sufren la violencia